Darío Armando García Granados tomó el apodo de Dago desde el colegio. Ese fue el seudónimo que creó (con las iniciales de sus nombres y su primer apellido), para firmar sus notas del periódico del colegio, en los años en que aún soñaba con ser periodista deportivo, por su profundo amor al fútbol.
Con esa meta en mente, entró a estudiar comunicación social en el Externado, pero en los primeros semestres el profesor Gilberto Bello le hizo perder el rumbo, al hablarle del cine como una posibilidad de expresión. “Hasta ese momento el cine para mí había sido solo entretenimiento y esto fue toda una revelación”, dice. Aunque Dago todavía se declara un “obsesivo consumidor de fútbol por TV”, llegando a ver dos partidos por día en semana y hasta cuatro los fines de semana, en el momento sus energías se encausan a los productos audiovisuales y el teatro, algo que le ha traído muchas alegrías, como el Goya que obtuvo ‘El olvido que seremos’, y algunas metidas de pata. El País habló con el director sobre su vida y su carrera.
Cuando escribo asumo las técnicas del actor y para ellos la relajación y la concentración son las claves del “estado creativo”. A las 3 de la mañana el mundo no existe y eso hace más fácil lograr esas dos herramientas. Lo vengo haciendo desde que empecé a escribir, hace más de 30 años.
Respecto al primer Goya para Colombia asegura que Se siente bien, pues es una confirmación del buen momento que está viviendo nuestra cinematografía. Haber estado en la selección oficial de Cannes y haber cerrado el festival de San Sebastián se suman al buen recorrido internacional que está teniendo la ‘peli’ y que nos da mucha ilusión lo que pueda pasar cuando por fin podamos mostrarla al público y afirmó que uno de sus sueños es grabar una película en el Cocuy, Boyacá, la tierra de su familia.