Datos procedentes de incautaciones y de las corporaciones autónomas regionales con jurisdicción en Boyacá, indican que el total de los decomisos de especies de fauna silvestre, corresponde tan solo a un 10% del total comercializado.
Según esas entidades, el tráfico de especies, catalogado como crímen, representa un inmenso problema difícil de rastrear.
Jessica Suancha, médica veterinaria y profesional en la secretaria de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Gobierno Boyacá Avanza, aseguró que al disminuir el consumo de carne roja durante la Semana Santa, algunas regiones del Departamento y Colombia la reemplazan por carne blanca de especies silvestres, siendo los reptiles los más vulnerables, primordialmente tortugas, babillas e iguanas; de esta última se consumen también los huevos que son obtenidos luego de causarle la muerte al animal, hecho que tiene graves consecuencias sobre el conjunto de la biodiversidad al producir desequilibrios en las poblaciones naturales y en las dinámica de los ecosistemas.
En Boyacá, uno de los casos relevantes, es el del loro orejiamarillo, especie altamente afectada y en peligro de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza – UICN: “la destrucción indiscriminada de su hábitat natural, la palma de cera, ocurre con ocasión de la celebración de la Semana Santa; ramas y hojas de la planta son utilizadas en diferentes representaciones religiosas como el domingo de ramos”, precisó Suancha, para quien, aquel problema incide además en el cambio climático y la salud.
La sectorial invita a la población boyacense, a garantizar la protección de la fauna silvestre de acuerdo a la Ley 1774 de 2016 y la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre – CITES, que establecen una normativa orientada al respeto y el uso sostenible de la fauna y flora silvestre. Por eso, ante información pertinente a la tenencia, explotación y tráfico de fauna silvestre, debe ser realizada la denuncia ante el Grupo Ambiental y Ecológico de la Policía Nacional o la Inspección municipal, la Corporación Ambiental y la Alcaldía respectiva.
El equipo sectorial recuerda que la diversidad biológica del país, lo ubica entre los primeros en la escala mundial, con el primer lugar en aves y anfibios, y el segundo en flora y mariposas. Sin embargo, esa misma característica ha hecho que muchos territorios sean corredores del tráfico ilegal de fauna silvestre, actividad que, después del narcotráfico y el comercio de armas, es una de las más rentables y perjudiciales. A nivel global, el país ocupa el segundo lugar en tráfico de especies.
En la actualidad, casi 2.000 especies de fauna están en peligro de extinción. En Colombia, el tráfico afecta a 234 especies de aves, 76 especies de mamíferos, 27 de reptiles y 9 de anfibios, señalan documentos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.